jueves, 8 de mayo de 2014

Aldous Huxley por Granada: «La ética en Andalucía»


De sus viajes a España recordamos sus visitas al Museo del Prado y su epifánico paso por Almería, en octubre de 1929, del que dos años después brotase uno de sus más brillantes sonetos, «Almería». Tras dejar «el seco polvo» de esta provincia, saliendo en dirección hacia Granada, bordeando la costa del poniente almeriense, Aldous Huxley llega a Granada acompañado de su esposa, Maria y el íntimo amigo de la pareja, D. H. Lawrence, poeta, novelista y crítico literario, figura clave del modernismo. De su estancia en Granada —que creemos no debió durar más de una semana, puesto que al poco tiempo se encontraban en Ronda, de la que también quedó muy impresionado—, quedan importantes remembranzas por su obra. De ahí esa alusión a esas «twin domes of the Alhambra» («Bóvedas gemelas de La Alhambra»), que comienzan la séptima sección del extenso poema «Soles Occidere Et Redire Possunt», que concluye su cuarto poema, Leda (1920). Granada está más diseminada que Almería por toda la obra de Huxley, pero, en cambio, no goza de una dedicatoria o dádiva literaria tan generosa como Almería. Con todo, Granada no le dejó indiferente. Aparte de esas torres de la Alhambra que él poéticamente prefiere llamar «bóvedas gemelas», de Granada llamó especialmente su atención «los granadinos», tras hacerse de los dos periódicos locales que en la época se repartían hostilmente los lectores de la ciudad. Hallazgo que le lleva a escribir, en su obra Music at Night and Other Essays ('Música en la noche y otros ensayos'), de 1931, un artículo titulado: «Ethics in Andalusia» («La ética en Andalucía»). El ensayo comienza: «Two Newspapers
Puerta Real de Granada en los años veinte.

are published at Granada, one Catholic, one liberal and anti-clerical» ('Dos periódicos se publican en Granada: uno católico y el otro, liberal y anticlerical'). Huxley, en este ensayo, hace de Granada el barómetro moral y ético de toda Andalucía. Y parece ser que la causante de esta «escaramuza» moral fue provocada por las representaciones de dos obras de teatro en los dos teatros principales de la ciudad. Una de las obras era ensalzada por el periódico anticlerical como obra moderna y representativa del sentir popular, mientras que el periódico conservador, auspiciado por el clero, la tilda de inmoral por, según este, tratarse de una «farce» ('farsa', 'sainete', 'carnavalada') con un trasunto amoroso donde el adulterio y la lujuria, según el periódico clerical, apuntalan una trama impropia para las almas nobles. Sin embargo, este mismo periódico conservador, por voz del clero, sugiere una «crook play» ('obra de bandidos y maleantes') representación de maleantes, expresión que provocó la indignación de Aldous Huxley, quien, por causalidad, ya tres años antes parece vaticinar la siniestra Ley de Vagos y Maleantes del Código Penal español del 4 de agosto de 1933.  Aldous Huxley no critica al clero y al periódico que lo representa por ir contra la 'carnavalada', sino por sugerir a sus lectores asistir a una obra que considera divertida y nada inmoral, nada menos que una obra de bandidos, donde, es cierto que la alusión sexual es inexistente, pero, en cambio, el asesinato, la corrupción y el robo son la esencia de la trama. Irrita especialmente a Huxley que los «Fathers of the Church» ('Los Padres de la Iglesia') se erijan, de repente, en «expertos críticos literarios» para decidir las obras que se pueden ver y las que no. Pero lo que deja a Huxley realmente perplejo es el hecho de advertir que el periódico conservador, voz y portavoz del sentir del clero más rancio y retrógrado, llegue incluso a sugerir a sus lectores  asistir, casi por la fuerza, a una obra de teatro de «corte moral», donde la violencia y el asesinato cubren la ausencia de la lujuria. ¿Dónde está la moral de este clero? , se pregunta Huxley.  Huxley debía haber sabido que se encontraba en España, geográficamente en Europa, pero intelectualmente en otro mundo. Huxley, tras asistir a esta «comedia inmoral» —la del pueblo, no  la del clero— deja una desgarradora reflexión sobre este lacerante período de nuestra historia:

La Alhambra desde el Mirador de San Nicolás

«Llegué a casa con la impresión de que debería demandar a los propietarios del periódico clerical por el precio de mi entrada. ¡Qué timadores! Y pensé que tal vez todos los grandes azotadores de inmoralidades del pasado eran seguramente tan fraudulentos, con sus escandalosas condenas, lo mismo que el decente periodista que había advertido a los granadinos de la peligrosa influencia de lo que en realidad era una inocente comedia ... Mirándolo todo desapasionadamente, con ojos de marciano, quizás lo que resultó más raro de todo fue el hecho de que el decente periodista que había denunciado la comedia procediera a recomendar, como eminentemente moral, una obra de gánsters. Es verdad que la farsa versaba sobre el adulterio, que es una de las manifestaciones del pecado mortal de la lujuria. Pero la obra de gánsters trataba de robo y asesinato, que también son manifestaciones de los igualmente pecados capitales de la ira y la avaricia»

Referencia bibliográfica: «Ethics in Andalusia», en Robert S. Baker y James Sexton, eds., Aldous Huxley, Complete Essays (Vol. III), Chicago, R. Ivan Dee, 2001, págs. 242-246).


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